CABALLERO SIN ESPADA

Buenos días,

– A mi cliente le responsabilizan de una firma y quisiera tener un presupuesto para comunicarle el coste de un informe.

– Le podré dar un presupuesto en el caso de que me confirme que se trata de una firma,y me hable de la documentación disponible para realizar el estudio.

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El tema principal de este artículo serán los clientes que nunca quisieron la prueba pericial que reclamaban. Por ello, he decidido comenzar con el extracto de un caso inconclusos, ya que después de mi respuesta no volví a tener noticias de esta persona.

Pero el caso más llamativo para mí, fue el de un hombre que a través sucesivos correos electrónicos, me trató de sonsacar el presupuesto de una prueba pericial. Pero a diferencia del asunto anterior, en vez de omitir la documentación, él se negaba a mostrármela.

Al encontrarnos en un punto muerto, decidió concertar una consulta. En verdad yo tenía mucha curiosidad, pues no sabia cual podía ser el motivo para que una persona insistiera durante dos meses con el mismo perito. 

Una vez en el despacho, me dijo que se trataba de 7 firmas, pero a medida que se fueron sacando documentos, se llegaron a contabilizar 17 dubitadas. Por ello, el precio del estudio pericial no podía ser el mismo del comienzo de la consulta.

Según él, el número de grafismos podría reducirse ya que algunas de las firmas eran iguales. Por tanto le respondí “entonces no le importará que realice y refleje en el estudio únicamente las signaturas diferentes entre sí”. Evidentemente la idea no fue de su agrado.

Un tiempo después, en una aceptación de cargo, la secretaria de juzgado me mostró la carpeta correspondiente al procedimiento designado, donde leo con sorpresa que entre los autores de los informes caligráficos realizados dentro del mismo, figura el nombre del cliente que me visitó unos meses atrás.

Creo que por regla general, no tenemos motivos para dudar de que la persona que viene a nuestro despacho es quien dice ser. Pero en este caso el abogado que decía ser, también ejerció como perito calígrafo de parte (no sé si continúa haciéndolo). 

Las dudas que me asaltaron en ese momento fueron:

• ¿La conclusiones del informe de mi cliente surgieron a partir de mis impresiones, o no le quedó otra opción que aventurarse a realizarlo el mismo?

• Por otro lado, desconozco si mi presupuesto le sirvió para fijar sus propios honorarios.

Estas interrogantes me permiten pensar en el eterno dilema de los abogados, y que nos toca de cerca a los peritos ¿La primera consulta debe de ser gratis? Sin duda se trata de una cuestión en la que no se logra un consenso, ya que se trata de captar clientela, y si eso no se consigue, cobrar el tiempo empleado en investigación. Pues no hay que olvidar que en muchas ocasiones, el hecho de tener que pagar es una barrera que supera con creces a la técnica de márketing consistente en crear necesidad.

Autor: Alberto Repiso
Web: www.caligrafosmadrid.com