Las copias en el Arte de la pintura.

Cristina Inglada Fdez. Asesora de Arte, Perito-Tasador judicial.
Profesional incluido en el BUSCADOR PROFESIONAL THESAURO 
4marzo2015 En mi artículo anterior, Sentencia a favor de Sotheby’s sobre el cuadro Jugadores de cartas, hablábamos del proceso generado alrededor de un cuadro, que para unos era copia y para otros original. Analicemos aquí este asunto desde una perspectiva diferente. Decíamos que el cuadro fue clasificado por la sala de subastas como Follower of Michelangelo Merisi di Caravaggio, es decir seguidor de Caravaggio. Lo que viene a decir, de forma elegante, que es una copia posiblemente de fecha cercana al original, expuesto en el Museo de Arte Kimbell EEUU. Vamos a tratar de desgranar el fenómeno de las copias y de cómo las clasificamos actualmente los especialistas del mercado del Arte, es decir catalogadores, peritos-tasadores, anticuarios, galerías y salas de subastas, ya que esta es una cuestión que, con cierta frecuencia, tengo que explicar a mis clientes. Las copias a lo largo de los siglos han formado parte del conjunto de piezas que se compran y se venden, porque ha sido una práctica incluso de los artistas consagrados. Veamos lo que la documentación del siglo XVIII nos refleja sobre ello. Los pintores tenían la posibilidad de crear conforme a su imaginación o repetir modelos ajenos. La elaboración de copias no requería el consentimiento del autor, ya estuviese vivo o muerto. Está claro que no hubo problemas de derechos de autor, ya que era en el fondo un honor que se imite el estilo del maestro, como muestra de fama y prestigio. Traemos aquí una referencia especialmente reveladora. Antonio Palomino, pintor y tratadista, en su principal obra El Museo pictórico y Escala Óptica (1715-24) se sorprende de la capacidad de Juan Bautista Martinez del Mazo (1611-1667), yerno de Diego Velázquez, para copiar originales de grandes pintores venecianos del siglo XVI como Ticiano, Tintoretto o Veronés. Él ha podido ver las copias en casa de los herederos del pintor y afirma, “es casi imposible distinguir las copias de los originales”. No está de menos señalar que en esa época, carente de medios fotográficos, la memoria podía traicionar el entusiasmo por el fenómeno pero, sea como fuere, las fuentes nos hablan con naturalidad de dicha práctica. Los inicios de cualquier artista consistían frecuentemente en la reproducción de formulas aprendidas, así como de la tradicional copia de los artistas insignes. Esta producción gozaba a su vez de buena acogida entre la clientela burguesa que podía así disfrutar de las nuevas creaciones. Se impone en primer lugar definir a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de “copia”. Cuando decimos que el artista podía -repetir modelos ajenos- nos referimos a la reproducción, en mayor o menor medida de la técnica, composición, formas, paleta cromática, actitudes y fisonomía empleadas por artistas consagrados, todo ello combinado con distintos grados de calidad y virtuosismo en la ejecución. Pudiendo incluso llegar a ser literales, como el caso del cuadro los jugadores de cartas, en donde las variaciones son mínimas. Estas copias son más valiosas conforme están realizadas en fechas cercanas al original, aunque esta tradición se ha venido dando en todos los periodos artísticos, y por lo tanto podemos encontrarnos con ejecuciones más modernas.
Al hilo de lo planteado y siguiendo el mismo espíritu establecemos una serie de términos de catalogación de obras de Arte: atribuido a, circulo de, taller, estilo de, a la manera de, seguidor de, después de. Dejaremos para otra ocasión desgranar adecuadamente cada una de dichas categorías. Puede servir de orientación para el coleccionista saber que, para referirnos a reproducciones mas o menos coetáneas al original se utiliza en
término “seguidor de”, y por contra si la reproducción es moderna, con menos de cien años, es clasificada como “copia”, aunque sobre este punto no existe uniformidad de criterio.
Como decíamos el mercado incorpora dichas piezas y no desdeña su valor, muestra de ello son las subastas denominadas “Old master & 19th Century European Art” que tanto Christie’s como Sotheby’s celebran todos los años. En concreto centrémonos en la celebrada en Nueva York en la sala Sotheby’s, el 30 de enero 2015. Con 198 lotes ofertados y un volumen total de ventas que ascendió a 2.3 millones de dólares, es una convocatoria de obra menor con algunos lotes excelentes que han alcanzado buenos remates. Puede estudiarse el catálogo online en la web de la sala www.sothebys.com. Hagamos un repaso rápido de dicho catálogo. Los primeros lotes presentan las categorías referidas en este artículo; a la manera de Jacopo di Ciones, seguidor de Correggio, circulo de Lucas Cranach, seguidor de Francois Clouet, seguidor de Andrea del Sarto…..y las estimaciones para estas obras abarcan desde las más discretas de (5.000-7.000 $) hasta las más altas y nada despreciables de (20.000-30.000$).
Por tanto nos encontramos ante piezas, en algunos casos copias literales de diversa calidad, como el lote 411, seguidor de Andrea del Sarto, “La Virgen con el niño, Santa Isabel y S. Juanito” un óleo sobre tabla de 145 x 100cm. Muestra una estimación muy baja, 4.000-6.000$, a pesar de la buena calidad de ejecución, debido al deplorable estado de conservación que presenta.
El lote 420, que mostramos a la derecha, se encuentra dentro de la misma línea, catalogado como seguidor de Antonio Allegri da Correggio (1489-1534) “Oración en el huerto”, óleo sobre tabla de 37.5 x 41.5cm. Lote estimado en 10.000-15.000$. En este caso la sala indica que el original se encuentra en la colección Wellington, Apsley House.

En resumidas cuentas, la práctica de reproducir obras de arte de insignes artistas ha existido siempre, y el mercado de Arte recoge por tanto estas piezas. De tal manera que la labor que los peritos desarrollamos consiste, precisamente y entre otras cuestiones, en separar el trigo de la paja, en catalogar la pintura de forma motivada en nuestros informes, según criterios rigurosos y científicos, para que el cliente tenga la mejor información a la hora de realizar cualquier operación. Mi labor como asesora consiste en poner a su disposición mi experiencia en este mercado, de forma que el coleccionista pueda actuar seguro y consciente de la gestión que realiza. Vender, comprar, ampliar colecciones, restaurar………..porque todo ello requiere un buen asesor como parte del éxito.