Fuente: Rosa María Sánchez Rubio
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El fisioterapeuta es un profesional sanitario con una formación universitaria muy exigente. Su preparación exige el conocimiento profundo de múltiples materias: anatomía, fisiología, patología, traumatología, reumatología, neurología, biomecánica, técnicas fisioterápicas… etc.
En la actualidad y en gran medida provocado por una falta de legislación clara y de control administrativo, nos encontramos con una oferta de “pseudo profesionales” (masajistas, quiromasajistas, y otros) que sin una formación adecuada (y a veces, alentados por su propia ignorancia) anuncian masajes terapéuticos o decontracturantes e incluso tratamientos más complejos para los que no están formados ni capacitados legalmente para realizar. Lo más grave es que esto provoca una gran confusión en el ciudadano, que en muchas ocasiones mete a todos en el mismo saco al no tener una información clara para poder diferenciar al verdadero profesional del resto.
En el imaginario común el masaje parece una técnica menor, es decir hay un convencimiento de que un masaje “nunca hace daño”. Esto no es así: un masaje inapropiado puede provocar hematomas, daños tendinosos, desprendimiento de trombos… Hay que saber muy bien cómo y cuándo hacer un tipo de masaje u otro y sobre todo cuándo no hacerlo, teniendo en cuenta las circunstancias del paciente, si existen patologías concurrentes, etc.
Creo que hay sobradas razones para asegurarse de que quien te pone sus manos encima tiene realmente la titulación adecuada y por lo tanto la formación adecuada: asegúrate de que sea un fisioterapeuta colegiado. Tu salud y tu bienestar están en juego.
