Controlamos nuestro cuerpo?


Aunque digan lo contrario, no controlamos ni de lejos todos los procesos de nuestro cuerpo. Lo hace nuestro cerebro, y no siempre somete todo a nuestra voluntad. De hecho, él manda… y tú y tu cuerpo obedecéis.
Nuestro cuerpo es una máquina fantástica que, normalmente, tenemos bajo control. Ese “normalmente” viene a que hay algunos mecanismos que no controlamos y suceden aunque no nos demos cuenta. Es como conducir un coche: tú decides dónde va y lo rápido que lo hace, pero no controlas la combustión, el movimiento de las poleas o la activación del sistema de seguridad de frenado.
Por eso, aunque eres dueño de todas las posibilidades motoras del ‘coche’, hay procesos que no controlas. No eres consciente de que tu hígado esté en marcha, o de que tus riñones estén depurando tu sangre. Sin embargo sí te das cuenta cuando tu estómago está en funcionamiento (o te demanda que lo pongas en marcha)
A grandes rasgos controlamos las funciones motoras, al menos si todo está en orden en nuestro cuerpo: coger un objeto, mirar en una dirección, hacer un gesto, saltar, tumbarse… Todo eso lo hacemos cuando queremos.
El ‘piloto automático’
Hay, sin embargo, una serie de cosas que controlamos hasta que nuestro cuerpo o nosotros mismos decidimos que no queremos controlar. Es el caso de la respiración. Tú puedes tomar los mandos y forzar una respiración más pausada y profunda, o incluso dejar de respirar por un tiempo. Pero si dejas de pensar en respirar automáticamente se enciende el ‘piloto automático’, activa el diafragma -un músculo transversal ubicado bajo los pulmones- y empezamos a respirar sin darnos cuenta. Por eso, por ejemplo, es complicado ahogarnos sin ayudas externas: si dejas de respirar, aunque estés inconsciente, tu cuerpo se activará para volver a hacerlo… si nada se lo impide.
Con la escritura sucede lo mismo al tenerla automatizada cuando firmamos lo realizamos en” piloto automático” es por este motivo que  los gestos tipo son tan importantes a la hora de realizar una pericial caligráfica, como también  pueden ser la inclinación, dirección, presión, pulsión, número de trazos, proporcionalidad de la firma… todo ello es automático y repetitivo. Todo perito calígrafo sabe y conoce que firmamos y escribimos con el cerebro.
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