DESDE EL INFIERNO

Perito Caligrafo Madrid, Grafologo, ARD Gabinete Pericial Caligrafico, Alberto Repiso Diez

DESDE EL INFIERNO

Charles Allen Cross volvía como todas las noches a su trabajo de carretero, eran las 03:40 y aunque era el mes de agosto, se había cernido una espesa bruma sobre la solitaria Whitechapel; una bruma que hacía muy difusa la luz de gas de las farolas que alumbraban la calle. Charles fijó su mirada sobre el bulto situado bajo a una ventana, y a medida que se iba acercando a él, se recortaba la silueta de una mujer tumbada sobre la acera. Él y otro compañero que llegó posteriormente, inspeccionaron el cuerpo y llamaron al oficial de policía más cercano, pues no sabían si estaba ebria o muerta.

Las pesquisas de la policía dieron con la identidad del cadáver, se trataba de Mary Ann Nichols, que a posteriori pasaría a ser la primera víctima de los llamados “cinco canónigos”, nombre que se puso a los asesinatos atribuidos a Jack el destripador en 1888.

Las descripciones obtenidas por la policía –de testigos o víctimas que vivieron lo suficiente para contar lo padecido- siempre fueron demasiado vagas como para establecer un perfil, por tanto a día de hoy continúan las especulaciones hasta el punto de que cada vez que se escribe sobre el caso, el número de sospechosos se amplía.

La relación establecida con otros dos asesinatos ocurridos anteriormente, se desechó rápidamente, debido a que en aquellos no hubo degollamientos. Aún así la rumorología popular empezó a trabajar hasta el punto de implicar a todos los estratos de la sociedad:

El primer sospechoso recayó sobre el apodado “mandil de cuero”. Hay que tener en cuenta que Whitechapel era un barrio de los bajos fondos en el que además de proliferar la prostitución, abundaba la población inmigrante que solía trabajar en mataderos y curtiderías de la zona. Se trataba de un perfil que coincidía con la voluntad de las autoridades, pues no contemplaban la posibilidad de que un británico pudiera perpetrar tales atrocidades.

En este perfil encajaban Severin Klosowosky y Aaron Kosminsk: el primero, de origen polaco, fue peluquero de algunas de las víctimas y en ocasiones cobraba en favores sexuales, de hecho se encontraron restos biológicos suyos en la prenda de una de ellas. El segundo, judío polaco que emigró a Inglaterra huyendo de los progromos, fue acusado por un testimonio retirado posterormente.
Teniendo en cuenta el trabajo de la víctima y las condiciones de higiene de la época, los restos biológicos no resultan inculpatorios.

Por otro lado, también se concluyó que el asesino podía tener conocimientos anatómicos, por lo que se pensó en William Withey Gull, que además de médico personal de la Reina Victoria, era propietario de una clínica abortista en la que también se permitía cobrar en sexo.

Pero ¿y si Jack el destripador fuera ella? Se barajó la posibilidad de que la asesina fuera Elizabeth Williams, esposa de William Withey Gull, que conocedora de las relaciones que mantenía su marido con algunas de sus pacientes, podía albergar resentimiento hacia él, y frustración por no poder tener hijos.

Ambas teorías fueron desechadas debido a que se necesitaría una gran envergadura para cometer los crímenes: El doctor Gull era una persona mayor con una enfermedad degenerativa, mientras que su mujer no poseía la fuerza necesaria.

El sospechoso más reseñable en el mundo del arte fue Walter Sickert, un pintor incriminado por el hecho de basar sus obras en el personaje de Jack el destripador.

La familia real también resulto salpicada por los rumores. En este caso se trataba de Alberto Victor de Clarence, hijo de Eduardo VII, una persona que se mostraba excesiva en todas sus acciones: mujeriego, bebedor, y especialmente sanguinario en las cacerías a la hora de arrancar las vísceras a los animales, a lo que hay que añadir las descripciones que hablan del cochero y el carruaje que solía utilizar el criminal para abandonar el lugar de los hechos.

Para otros, el asesino es Frederick George Abberline, inspector de Scotland yard que dirigió las investigaciones. Su acusación se fundamenta en el cotejo de un diario del que se le atribuye la autoría, pero ésta no está clara cien por cien.

Por otro lado, es importante reseñar que éste es el primer asesino que desafía a las autoridades haciendo públicos una serie de escritos.

Perito Caligrafo Madrid, Grafologo, ARD Gabinete Pericial Caligrafico, Alberto Repiso Diez

Se trata de un escrito sobre un papel de buena calidad, que se caracteriza por una grafía perfecta y expresiones refinadas, lo que sería un argumento para pensar que se trata de una persona de la alta sociedad -perfil próximo al príncipe Alberto Victor de Clarence- descartando los perfiles extranjeros, aunque, no quedarían claros los motivos por los que una figura pública de su posición cometería los crímenes.

También sería incomprensible que la serie de asesinatos los perpetrara el inspector de la policía metropolitana para hacer públicas cartas escritas por él.

Perito Caligrafo Madrid, Grafologo, ARD Gabinete Pericial Caligrafico, Alberto Repiso Diez

Desde el aspecto visual, apreciamos que se trata de una escritura totalmente diferente, y su redacción está minada de faltas de ortografía y modismos muy marcados.

Si tuviéramos que sacar conclusiones a partir de este texto, serían totalmente opuestas a lo establecido en el manuscrito anterior, de hecho se podría decir que el autor del mismo se encontraba bajo un estado de exaltación y confusión.

El asesino nunca se autodenominó de ninguna manera, el nombre de Jack el destripador lo puso la prensa, por ello, de todas las cartas firmadas como tal, es factible pensar que el asesino escribiera esta la última misiva.

La otra hipótesis sería sustentado por los discordantes testimonios en los que se hablaría de diferente número de individuos, por tanto, también es posible pensar en una de las muchas sociedades que circulaban aquellos días por la ciudad; una sociedad que decidió ir un paso más allá.

Autor: Alberto Repiso
Web: www.caligrafosmadrid.com

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