Cristina Inglada Fdez
www.asesoradearte.es
Asesora de Arte y Perito-Tasador judicial.
Profesional incluida en el BUSCADOR PROFESIONAL THESAURO
3 febrero 2015
La historia empieza en Londres en 2006, cuando Lancelot W.Thwaytes decide vender el óleo Jugadores de cartas, sospechando que su autor pudiera ser Caravaggio (1571-1610), a través de sala de subastas londinense Sotheby’s. Varios expertos de la sala certifican, para su disgusto, que la obra es una copia antigua del siglo XVII de autor desconocido. Y así sale a subasta el 5 de diciembre con una estimación de 20.000-30.000 libras. El mercado corrobora dicha calificación, ya que el propietario se embolsa por la venta 42.000 libras, cuantía nada despreciable para ser una copia.
Para quien no conozca este tipo de obras, el mercado de las copias ha funcionado desde antiguo. En el deseo de imitar actúa el éxito formal de una obra. La continuidad de los tipos reproducidos es una garantía de aceptación. No existía el concepto de derechos de autor o propiedad intelectual de hoy en día, de manera que un artista podía ser copiado ya en vida. Es una actitud deliberada el utilizar un modelo. Las hay de diferentes calidades y algunas han llegado a alcanzar cifras considerables. El problema en algunas ocasiones se presenta cuando posteriormente se manipulan dichas obras. Pero esto es harina de otro costal, que no tenemos más remedio que dejar para otra ocasión.
Todo empieza a complicarse cuando el que adquiere la obra en cuestión, que no es otro que Sir Denis Mahon, aristócrata, historiador del Arte experto en pintura italiana, personaje peculiar con una larga historia de desencuentros con colegas historiadores, así como especialista en encontrar originales donde otros solo ven copias. De hecho se vanagloriaba de no haber pagado más de 2.000 libras por pieza. En este caso está convencido que la obra resulta de la mano del propio Caravaggio. Contrata seis expertos caravaggistas que acaban confirmando las sospechas de su cliente. De esta manera Sir Mahon hace público el hallazgo, afirmando que realmente la pieza no es una copia, sino una primera versión de Los jugadores de cartas, lo que revaloriza la pieza de forma exponencial.
Lancelot W. Thwaytes entonces interpone demanda ante los tribunales londinenses contra la sala Sotheby’s por daños causados por la diferencia entre la cuantía recibida (42.000 libras) de la pintura vendida en 2006 y la cotización motivada por la autoría que certifica Sir Mahon. Argumenta que no pusieron todos los medios y atención necesaria para valorar la obra. Pero, ¿cuál es el verdadero valor de la obra? El que ha ratificado el mercado de las subastas o el que un grupo de especialistas afirma posteriormente. En el mercado del Arte no todo es blanco o negro.
La demanda es una decisión arriesgada como veremos, pues lo que subyace realmente es una batalla entre expertos y egos, que el ámbito de la justicia no puede resolver. Los especialistas de ambas posiciones acuden al procedimiento judicial y van declarando uno tras otro, pero al final la Corte de Londres acaba rechazando la demanda interpuesta contra la casa de subastas Sotheby’s por supuesta negligencia.
La jueza que ha llevado el caso, no ha entrado en problemas de autoría. Quizás se pedía a la justicia lo imposible. Simplemente ha desestimado la demanda contra Sotheby’s declarando que no fue negligente en su evaluación de la pintura. Además ha impuesto al demandante una indemnización de 2 millones de euros que deberá pagar a la casa de subastas, junto al pago de las costas del juicio.
Como decimos subyace en toda esta historia una confrontación de expertos de muy difícil solución. Es un vivo ejemplo de la dificultad que conlleva este mercado. Y los peritos somos testigos de primera línea. No era el ámbito judicial el más adecuado para resolverla, entre otras razones porque esa nueva autoría no ha sido ratificada por el mercado secundario de obras de Arte, mientras que sí lo fue la copia, tal y como argumenta Sotheby’s.
La hipótesis de Sir Mahon quedará resuelta el día que la obra salga a subasta y alcance esa cifra (obsérvese que circulan en distintos medios cifras absolutamente dispares) de miles de millones de libras. Pero esto no podrá suceder por ahora y posiblemente nunca, ya que la pieza tras el fallecimiento de su propietario, ha sido donada a la National Gallery de Londres. De hecho el museo no ha querido hacer valoraciones al respecto de esta obra, detalle que no debe caer en saco roto. El único valor cierto por el momento son las 42.000 libras que el señor Thwaytes ha recibido.
Los precios de remate de las subastas públicas son precisamente el parámetro de referencia más importante que manejamos los peritos para establecer el precio de las obras de Arte. Sobre estas dinámicas también hay mucho de qué hablar, pero ese tema lo dejaremos ya para otro artículo