Artículo de: http://www.investigacionpericialyforense.com/
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Permítaseme que comience este artículo mencionando que lo que me empujó a escribirlo no fue ni el afán divulgativo per se, ni el objetivo de difusión con más o menos acierto en materia de marketing, ni siquiera la mínima obligación de mantener periódicamente “vivo” este Blog, sino que fue el hastío profesional que me reportan mentalmente ciertas actitudes de la mala praxis en nuestra profesión.
Es por ello que, no siendo dado a relatos de taberna ni chascarrillos anecdóticos, al menos y sobre todo en un blog profesional, perdónenme que introduzca el post con un relato, que, lejos de ser la nota normal (entendiendo normalidad por mayoría sociológica) no es tan lejana en el tiempo y en el espacio para a los que a la investigación judicial, en cualquiera de sus ámbitos, nos dedicamos.
Hace unos días, un cliente con un problema en una supuesta falsificación de firmas contactó conmigo telefónicamente. El caso en sí mismo (ahorraré cualquier detalle que no sea con un mínimo fin ilustrativo) era algo habitual y podría calificarse de fácil. Tenía una firma realizada por una persona, la cual decía que no había firmado nada. Llegados a este punto le pregunté cuantas firmas del supuesto autor tenía. La contestación fue simple, una sola. Como es lógico, le dije que comparar una firma dubitada (aquella de la que se tienen dudas) con una sola firma indubitada (aquella de la que no se tiene duda de su autor) resulta científicamente imposible. El cliente, llevado por la necesidad de obtener una prueba irrefutable, me preguntó que cómo era eso posible, entonces cómo se hacía. Le expliqué, o lo intenté de la manera más fácil, que era necesario tener un cuerpo de escritura, de firmas indubitadas, para qué servía y que existe la necesidad de tener varias de ellas para realizar un trabajo profesional, objetivo y científico. Hablamos también, intentando realizar un símil social, de la nula validez que tienen, por ejemplo, las encuestas realizadas con una muestra de 500 personas cuando la población total es, que sé yo, de 50 millones de personas. Le dije, que ningún Perito Calígrafo que realizara un informe con una sola firma indubitada lo haría de manera profesional y científica. Le aconsejé ponerse en manos de un abogado, judicializar el proceso, obtener firmas indubitadas,…
Al colgar comencé a realizar una reflexión. Y es verdad que, de todas las especialidades en las que trabajo, la Pericia Caligráfica se lleva la palma en cuanto a pseudoperitos calígrafos e informes sin cientifismo se refiere. Será porque parece fácil, será porque cualquiera se cree en la potestad de comparar dos grafías (al fin y al cabo, pensarán, no son mas que letras escritas). Parece más complicado el realizar un informe balístico sin conocimientos, pero una firma,…. “eso está tirado”, Creo que eso es lo que pensarán.
He lidiado en mis años de profesión con informes caligráficos que eran informes grafológicos. Informes en los que, por ejemplo, se comparaban dos tipos de letras y se concluía que una proyectaba una personalidad nerviosa, mientras que la otra era tranquila. Conclusión: No pertenecen a la misma persona. He visto informes y peritos que no utilizaban ningún tipo de instrumental para el análisis (no ya radiación infrarroja, es que ni siquiera nada parecido a una lupa de más de 10 aumentos), y, para las personas que sí aspiramos a que la Pericia Caligráfica sea una técnica científica (que no ciencia en sí misma) avalada y reconocida nos hace entristecernos y enfadarnos.
Como he dicho antes, de todas las especialidades criminalísticas en las que trabajo, paradójicamente, la Pericia Caligráfica es la que más dificultades, y por tanto más satisfacciones, me ha proporcionado. Falsificaciones extremadamente cuidadosas, cuasi perfectas, detalladas,… y aún así, es donde más intrusismo, o al menos falta de profesionalidad, existe.
Personas que, haciéndose llamar Perito Calígrafo, sin el bendito laboratorio forense que todos, y no tantos profesionales tienen, se “lanzan” a concluir cualquier cosa.
La Pericia Caligráfica es una técnica forense complicada, en la cual la ciencia, la objetividad y la profesionalidad deben estar y aparecer en cada momento del análisis, y nosotros debemos estar a la vanguardia de esa lucha, abanderando nuestra profesión contra toda mala praxis. Solo así conseguiremos el reconocimiento que se merece.
El comparar dos firmas, escritos,… no es tarea sencilla. Resulta una paradoja que, algo extrínsecamente tan fácil como escribir sea una de la técnicas forenses más complicadas a analizar pero que a su vez sea tan poco estimada por la sociedad en general y los profesionales de la justicia en particular.
Terminé mi reflexión pensando que era posible que hubiese “perdido” otro cliente. Pero siempre he creído que los profesionales valen por lo que no venden. Una opinión, una conclusión, se puede vender, pero la profesionalidad, la objetividad, el cientifismo, no tiene precio, ni dueño. Y a pesar de haber “perdido” a lo largo de mi carrera algunos (no pocos) clientes, estoy tranquilo, porque lo que nunca he perdido ha sido mi profesionalidad.